Las huellas de la Lista Negra

Diario Expreso, Guayaquil. Testimonio de Werner Moeller Freile. Werner tenía 9 años cuando su familia lo perdió todo tras la persecución que se inició contra italianos, alemanes y japoneses en plena II Guerra Mundial. Tuvo que abandonar Ecuador, pasó hambre, pidió caridad y hasta fue adoptado. Aquel inquieto niño de 9 años estaba listo para emprender el viaje de su vida. Parado frente al barco que lo llevaría de Guayaquil a Alemania no dejaba de crear historias sobre esa alucinante travesía, que lo haría desembarcar en la tierra de su abuelo Hermann.

Werner Moeller Freile, hoy empresario y benefactor guayaquileño, sonreía en ese entonces. No atinaba a pensar en lo que pasaba por esos días de 1942. Su familia se había quedado sin cuentas bancarias, la casa y hasta el negocio.

Ya en alta mar, junto a sus hermanos Helmuth, de 12 años, Ilse (11), Heinz (4) y sus padres Hermann y Alicia, todos guayaquileños, su sueño parecía concretarse.

Fueron días intensos. Werner sabía que al llegar al Canal de Panamá empezaría lo interesante. Pero justo cuando lo atravesaban, arrancó una experiencia que hoy, a sus 76 años, califica como brutal.

No los dejaron subir a cubierta, y quedaron encerrados abajo, en medio de un calor sofocante, por más de seis horas. Ver las instalaciones del Canal era un secreto de guerra. “Fue en ese momento cuando entendí que éramos prisioneros”.

Estaba en pleno desarrollo la II Guerra Mundial y los Moeller, al igual que muchos otros, lo perdieron todo cuando ingresaron en las Listas Negras, que afectaron en América Latina a ciudadanos y descendientes de alemanes, italianos y japoneses. Fue una persecución implacable. Los llegaron a considerar enemigos de guerra.

Werner comprendió entonces que su mayor deseo se convertía en pesadilla. Una vez en Alemania, su padre fue reclutado por el Ejército, mientras que a él y a sus hermanos mayores los enviaron, por separado, a colegios del Estado. Su madre y el pequeño Heinz fueron a Dresden, donde en 1944 nació Horst.

Uno de los episodios más críticos para Werner fue saber que el 14 de febrero de 1945 Dresden había sido bombardeada; esa noche murieron cerca de 40.000 personas. Allí perdió la ilusión de que alguno de los Moeller estuviera vivo.

Su mirada de pronto se opaca al recordar que en ese colegio de Selva Negra se sintió solo. La guerra por fin había terminado, pero él no tenía a dónde ir, así que la familia alemana Otto lo adoptó. “La hija de ellos era mi amiga y pasó conmigo en el colegio. Ella se los pidió”.

Un día vio llegar hasta esa casa, que se había convertido en su hogar por casi dos años, a un hombre con traje raído. “Era mi padre”, recuerda.

Fueron días de alegría. Juntos fueron a buscar a la familia. Todos estaban vivos. Pero la odisea seguía. Habían decidido volver a su país natal. Vivieron casi seis meses en la Embajada de Ecuador en París a la espera de una oportunidad de retorno.

Ya en Guayaquil recuperaron casi todo, menos las cuentas bancarias. Hermann tuvo que volver a levantar la empresa Casa Moeller Martínez, que era agente de la Mercedes Benz y de otras fábricas alemanas.

La vida volvió a llevar a Werner al país de sus sueños infantiles a los 25 años de edad. Para ese entonces era un empresario y allí ya no había guerra ni desolación. Veía muy lejano el tiempo en que le tocó hasta pedir caridad para poder comer.

Su esfuerzo llevó a este hombre, quien además es inspector de la Junta de Beneficencia de Guayaquil y tiene un Doctorado Honoris Causa, a ser embajador de Ecuador en Berlín. Pese a todo lo que enfrentó sigue manteniendo esa sonrisa ilusionada con la que sobrellevó la guerra. No pierde el optimismo. Después de todo en Alemania y París aprendió a hablar dos idiomas y a saber que siempre hay alguien necesitando ayuda.

Otras familias afectadas
Todos los meses, desde 1941 a 1946, los comités de Lista Negra se encargaban de agregar más nombres en la nómina de América Latina, según la publicación “Segunda Guerra Mundial, Lista Negra en Ecuador”, de la historiadora Jenny Estrada. En la región los afectados fueron 12.847. En Ecuador, 484, entre los que constaron los casos de los Bruckman-Breilh y los Schawarz-Wilde.

Tomado de diario Expreso, 25 de julio de 2009.

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