Diario El Comercio, Quito. Un accidente de tránsito, una herida por bala o arma blanca durante un asalto o riña, una caída desde gran altura. Según cifras de la Organización Mundial de la Salud, al año 500 000 personas en el mundo mueren a causa de la severa hemorragia que provoca este tipo de traumas.
Sin embargo, un estudio dirigido por la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres plantea una alternativa de vida a través de la aplicación de una droga que ayuda a detener la hemorragia. Se trata del ácido tranexámico o ATX, un producto económico y con gran efectividad dentro de los quirófanos de las áreas de emergencias.
La investigación, denominada CRASH-2, duró cinco años y se realizó con 20 211 pacientes adultos en 274 hospitales de 40 países, incluido Ecuador. La sede local del estudio fue el hospital Luis Vernaza, en Guayaquil.
El doctor Mario Izurieta, coordinador nacional de CRASH-2, explica que los resultados, publicados en junio pasado, fueron positivos. “Con este estudio estamos apuntando a que podemos salvar unas 100 000 vidas al año en todo el mundo”.
Según las indicaciones de la Unidad de Ensayos Clínicos de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, encabezada por el doctor Ian Roberts, los heridos debían recibir una inyección de 1 gramo de ATX durante los primeros 10 minutos de arribo al hospital. Y en las siguientes ocho horas se les aplicaría una infusión de 1 gramo de la sustancia por goteo.
El ATX funciona como antifibrinolítico, es decir, impide que los coágulos se rompan. Cuando un vaso sufre una lesión la coagulación ocurre para cerrar el daño. Pero cuando es muy grande se produce una hemorragia.
El objetivo de Crash 2 era encontrar una medicina que detenga el sangrado excesivo. Y el ATX tenía buenos antecedentes, pues ya se había empleado en cirugías de corazón abierto.
Mónica Altamirano, coordinadora del área de emergencias del Vernaza, explica que la sustancia permite que la sangre mantenga un equilibrio entre la coagulación y su estado líquido. Eso es posible porque se retarda la acción del sistema fibrinolítico que forma los coágulos.
Así se disminuye el sangrado, lo que facilita la intervención, ya sea por trauma abdominal o por herida craneal. Incluso se evitan las transfusiones de urgencia y su precio es relativamente bajo. En el país cada ampolla de este genérico cuesta USD 2 y 3.
Para comprobar la efectividad del ATX se empleó un sistema aleatorio. Las ampollas fueron mezcladas con otras de placebo, una sustancia inocua, sin que los médicos supieran si suministraban o no el antifibrinolítico.
“Cada ampolla tenía un código que enviamos a Londres. Allá procesaron toda la información y sabían si era ATX o placebo”, explica Izurieta. En cifras globales, 10 096 pacientes recibieron ácido tranexámico y 10 115 el tratamiento con placebo.
En el país, el estudio se realizó con 1 198 pacientes reclutados en distintos hospitales, entre ellos el Vicente Corral Moscoso de Cuenca, el Naval, el Universitario y la clínica Alcívar de Guayaquil. La mayor cantidad se concentró en el Luis Vernaza. Según Alberto Daccah, jefe del servicio de emergencia de ese hospital, a diario atienden entre 500 y 600 personas con sangrados graves, por accidentes y heridas de bala. Entre un 5 y 10% fallece por la hemorragia interna.
Y aunque el ácido tranexámico podría ayudar a las víctimas de accidentes, los médicos tenían una preocupación. Una vez que pase su efecto el riesgo de coágulos no deseados, que causan infartos, accidentes cerebrovasculares o problemas pulmonares, podría aumentar.
Pero luego de las pruebas se demostró que no hay peligro. Los investigadores hicieron un seguimiento de los pacientes en las cuatro semanas posteriores a la lesión y confirmaron que el ATX reduce en un 20% la posibilidad de morir por sangrado.