Diario Expreso, Guayaquil. Armado con su celular con conexión a Internet, el doctor Peter Chedraui empieza la jornada. Casi al tiempo que abre los ojos enciende el pequeño aparato que lo comunica con el resto del mundo. Son las 06:00 y en la bandeja de entrada están los correos que en la madrugada comenzaron a llegar de instituciones de Europa, con las que realiza trabajos de investigación.
Revisa, responde, analiza y antes de salir guarda el teléfono en el bolsillo izquierdo de su guayabera. No hay sitio en el que este médico con posgrado en Ginecología y una maestría en Gerencia de Servicios de Salud no esté conectado.
A las 07:00, al llegar a la maternidad Enrique C. Sotomayor, donde es jefe del área de Embarazos de alto riesgo, empieza a pasar visitas y, tres horas después, en su oficina, va directamente a la máquina que se ha convertido en su aliada: la computadora.
Seducido por artículos médicos, innovaciones y revistas electrónicas, Chedraui se toma su tiempo. Aprovecha que los residentes se acercan a él con sus propuestas de investigación para buscar herramientas novedosas que le permitan mejorar sus trabajos. Todo con los datos de páginas oficiales de la web.
Un artículo se convierte en el punto de discusión y en la oportunidad de conocer lo último en materia médica. El asombro nunca cesa y tampoco las ganas de aprender más, como sucede con el 44% de los profesionales de cuarto nivel que son los que acceden continuamente a la red, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).
Por lo pronto, la jornada de Chedraui en la maternidad ha concluido. Son las 13:00 y es hora de ir a casa para almorzar. En el trayecto su celular lo mantiene encendido.
El paso por casa es breve. Debe salir de nuevo y enrumbarse a la Universidad Católica de Guayaquil. La oficina en la que labora como director del Instituto de Biomedicina lo pone otra vez frente a la tecnología, la investigación y, por supuesto, el vertiginoso mundo en la red.
Sentado frente a su computadora, Chedraui piensa que no todos sus colegas tienen acceso a la información, que no cuentan con tiempo o no saben dónde buscarla. Sin pensarlo, apenas tiene en sus manos un buen artículo, lo replica. Más de 200 médicos del país reciben sus correos diariamente, que en la mayoría de los casos son enviados en inglés.
Así como él comparte conocimientos, también los recibe. A su correo llega material de colegas latinoamericanos todos los días, pues lo han incluido como parte de su red.
No niega que la Internet es más que una afición. Es su herramienta de trabajo. Aún recuerda que hasta el 2002 mandar un artículo para que sea considerado por revistas científicas con jurados internacionales era una odisea. Había que imprimir el trabajo y seis meses después recién llegaba la respuesta. Ahora, gracias a Internet, lo envía digitalmente y sabe, a las cuatro semanas, si fue admitido. Hasta ahora, a sus 43 años, lleva 35 artículos publicados en revistas del exterior.
No son sus únicos trabajos. En el atareado día, al llegar la noche, es hora de sus pacientes, en el consultorio privado. Aún allí, donde permanece casi tres horas, su necesidad de estar conectado al mundo cibernético no para. Así como a cada minutos surgen nuevos inventos y aumenta el conocimiento, Chedraui intenta captar al menos una parte de ellos.
Por fin llegó la hora de ir a casa. Apenas entra, dedica el tiempo a su hijo Peter Anthony, de dos años cuatro meses. A esa hora, casi las 20:30, empieza una travesía diferente por Internet. Es hora de ver los dibujos animados del personaje de Rayo McQueen, un coche que al pequeño lo emociona.
Peter Anthony no duerme temprano. Tiene en pie a su padre hasta casi la medianoche. Solo allí cuando el niño se acuesta y el cansancio lo vence, apaga la computadora y el celular. Por seis horas no estará conectado. (CFR)
El acceso a la Internet no llega a todos los niveles en la provincia
Aumenta el nivel de preparación y con este la necesidad de conectarse a la red en busca de cursos y novedades a nivel mundial. Pero el acceso a Internet no es para todos.
En la provincia, según el reporte de junio pasado de la Superintendencia de Telecomunicaciones, solo el 6,4% de la población es usuaria de la red, es decir 230.305 personas de los 3’600.068 habitantes. La cifra es baja si se la compara con Pichincha, donde el 23,69% tiene acceso.
El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) realizó el 2006 una encuesta para conocer sobre la cantidad de personas que usan el servicio. A nivel nacional se estableció que el 7,2% lo utiliza en un promedio de cinco horas a la semana.
Tener Internet en casa es un lujo para muchas familias del país. Aunque las cifras de ese año indicaron que el 12,9% de la población de la Costa posee una computadora en su domicilio, solo el 1% cuenta con conexión.
Ecuador aún tiene mucho camino por recorrer en el mundo de la red. De acuerdo con el sitio Estadísticas Mundiales de Internet, la conectividad del país es la segunda más baja de los países andinos, después de Bolivia.
Los expertos coinciden en que bajar las tarifas y mejorar la calidad permitirá masificar el servicio.
Desde que era residente en la maternidad Sotomayor en 1996, me sumergí en el mundo de la Internet por los temas de investigación”.
Peter chedraui, ginecólogo
Tomado de diario Expreso, 18 de agosto de 2008