Diario HOY, Quito. La obra es una adaptación del libro de Nikolai Gogol, Diario de un loco. «Ausencio González es el asistente número tres del Ministerio de Anexos y Varios. Sueña con escaparse del manicomio y proteger a la luna» dijo Lucho Mueckay actor y dramaturgo guayaquileño, quien caracteriza a este personaje en su adaptación escénica Diario de un loco.
Basada en la literatura homónima de Nikolai Gogol, Diario de un loco cuenta la historia de un burócrata enamorado, quien sufre de delirio de grandeza, que más tarde estallará en la locura que lo llevará a ser internado en un sanatorio mental.
«Ausencio es de esos trabajadores ministeriales que le sacan punta a los lápices, traen las hamburguesas de la esquina, sirven los cafés. Tiene un pasado aristocrático ilegítimo, pero que en sus delirios de grandeza se cree el presidente del congreso y hasta Fernando VIII», indicó Mueckay.
Édison Díaz, organizador del festival Spondylus de las artes, aseguró que la propuesta de Mueckay tuvo una gran acogida en la edición de este año. «El teatro estuvo lleno, sé que en esta ocasión sucederá algo parecido, pues es un trabajo muy maduro y profesional». Paredes blancas trabajadas por el escenógrafo Roberto Frisone y Lucía Indher crean la percepción en el público de encontrarse con una habitación forrada de baldosa fría en la que el personaje se acompaña de una cama plegable, su almohada de plumas y una bacinica. «Toda la escenografía está elaborada en tela. Está hecha de tal manera que el espectador puede percibir dos momentos: uno de compelta ascepcia, donde se ve todo blanco y limpio y otro donde se siente el abandono de ese loco en el sanatorio», explicó Frisone.
«En esa habitación del sanatorio es donde Ausencio se encontrará con Marva, la enfermera que lo cuida y es donde confluyen sus soledades y donde se teje una historia de amor», explicó Mueckay.
La obra tiene 15 años de vida, ha pasado por varios regímenes, presidentes y ministros, y si bien es cierto no cuestiona a una autoridad en particular, sí lo hace de manera general.
«Se pone en duda a las acciones de la burocracia, que las llevamos en la genética, esa manera de darle largas a todo y de carecer de pragmatismo. Pero hay que precisar que no es un patrimonio que solo lo llevamos los ecuatorianos, independientemente de si es un gobierno capitalista o socialista, la burocracia es un mal en América», dijo el director del teatro Sarao.
Para realizar esta adaptación Lucho Mueckay realizó una profunda investigación que exigía convivir por varias semanas junto a los pacientes del hospital Lorenzo Ponce y visitar repetidas veces los ministerios del país.
«Cuando visitaba y compartía con los pacientes del sanatorio constaté que los locos no sufren, somos nosotros, quienes sufrimos, ellos en su mundo son muy felices».
Tomado de diario HOY, 19 de noviembre de 2009.